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Imagen y esquema corporal: 
¿El cuerpo que observas es el cuerpo que sientes? Desde la representación interna, la influencia cultural y la corporalidad.

El esquema corporal e imagen corporal son dos conceptos que suelen ser escuchados utilizándose de manera indistinta, pero al interiorizarse en la conceptualización podemos ver que si bien se interrelacionan para lograr reconocer nuestra corporalidad como un todo, en estático como en dinámico, estos poseen diferencias claras.

El término imagen corporal se puede describir como la experiencia psicológica multidimensional de la encarnación, en particular de la apariencia física del propio cuerpo, que también incluye las propias percepciones y actitudes propias hacia el cuerpo, entre las que se encuentran pensamientos, creencias individuales y socio-culturales, sentimientos y comportamientos (Cash, 2004).

Skrzypek et al. (2001) afirman que este concepto de imagen corporal se puede sub-dividir en dos elementos diferentes: un componente que se relaciona principalmente con la percepción del tamaño corporal; y el otro con la disposición afectiva hacia la apariencia corporal. Por lo tanto, las alteraciones de la imagen corporal pueden incluir distorsiones en la percepción del físico o sentimientos de insatisfacción hacia la apariencia. Para el análisis de la imagen corporal es necesario considerar ambos componentes, donde los procesos corporales interoceptivos, es decir un sentir interno del cuerpo, y exteroceptivos, de elementos externos del cuerpo, interactúan entre sí para modular la experiencia de la imagen corporal (Zamariola, et al. 2017)

La capacidad de medir la interocepción es limitada, y desde esa reflexión lo más utilizado en investigaciones es percibir cuántos latidos del corazón realizas por minuto. Investigaciones muestran que personas con una interocepción o percepción interna de su cuerpo que no les permite percibir el número exacto de latidos cardiacos por minuto, están asociadas con una mayor insatisfacción corporal (Emanuelsen, Drew y Kӧteles, 2014). Por ejemplo, Pollatos et al. (2008) demostraron que personas con anorexia nerviosa en comparación con personas sin anorexia poseen una capacidad interoceptiva que tampoco no les permite sentir el número de latidos exactos de su corazón en un minuto. Incluso en estas mismas personas se ha observado una alteración en la actividad de la ínsula anterior, un área clave para procesar e integrar la información interoceptiva  (Zamariola, et al. 2017). Esto claramente se puede insertar en una experiencia de trabajo interocepctivo para lograr percibir el número de latidos por minuto, además de todos nuestros elementos internos.

El término de esquema corporal o esquema postural (Longo y Haggard, 2010) se refiere a una representación interna en el sistema nervioso central de los elementos y dimensiones del cuerpo y de la postura de éste, que está constantemente actualizándose en base a las experiencias sensorio-motoras del día a día (Berlucchi y Aglioti, 2010). Por lo tanto, el papel del esquema corporal en la realización de nuestros movimientos es de ser una guía para éste según la esquematización neuronal de las dimensiones de nuestra corporalidad y las posturas, siendo distinto a la experiencia psicológica multidimensional de la creencia y actitud de la persona en torno a la apariencia física de su cuerpo, que son características propias de la imagen corporal (de Vignemont, 2010.Tsay, et a 2015).

Nuestra representación interna del cuerpo, es decir nuestro esquema corporal, puede ser trabajada y mejorada  para tener una representación más exacta de nuestras reales dimensiones, como se utiliza mucho en especial en niños de pocos meses de edad, basándose en el trabajo de la propiocepción. Para una mejora se focaliza en el aumentar el flujo de la información o input de los propioceptores que se proyecta hacia la corteza cerebral, así afectando positivamente nuestro mapa mental sobre el cuerpo. Esto a través de aumentar nuestra cantidad de tiempo de movimiento diario por ejemplo al danzar, de la palpación y del contacto físico –por ejemplo bebé y mamá/papá-, entre otros. (Tsay, et al. 2015)

 

Desde una visión de (auto)pedagogía en danza, un esquema corporal que no concuerda con las reales dimensiones de nuestro cuerpo, es decir, como el cerebro representa que es el largo de, por ejemplo, nuestras piernas con lo que realmente estas miden, debe ser un elemento a considerar antes de pensar en dificultades intrínsecas de aprendizaje en personas en que observamos que, por ejemplo, a pesar de mucha práctica no logran ciertas cualidades de movimiento en danza, mantención de posturas o no logran salir de patrones de movimientos más “rígidos”. Muchas veces trabajando desde la propiocepción, por ejemplo trabajo de palpación a esa persona, podemos ir favoreciendo una desarrollo positivo de su esquema corporal y poder trabajar la calidad de estos movimientos al tener un mejor reconocimiento de las dimensiones corporales. Es decir, teóricamente elementos tan básicos como palpación o mover articulaciones a otra persona, influyen positivamente en nuestro esquema corporal y pueden mejorar nuestro desempeño en la danza.

Un segundo punto a considerar, es la reflexión de las creencias y las construcciones sociales sobre cuerpos que las personas tienen, para poder generar un cambio de la imagen corporal. En un clave ejemplo, de la investigación de Zamariola et al (2017) fue que mujeres con sobrepeso pensaron que poseían dimensiones corporales mayores de las que realmente tenían y pensaron que otras personas las percibían con dimensiones mayores que sus reales. Para la investigadora esta distorsión de la imagen corporal podría ser la consecuencia de su peso: la presión social por estar delgada puede haber afectado la forma en que los participantes se veían a sí mismos y la forma en que pensaban que otras personas los veían o juzgaban.  

Esto también ocurre en la danza, puesto que en una investigación de Nerini del año 2015, en donde participaron 135 niñas preadolescentes italianas, de entre 12 y 13 años de edad: Se evaluaron y analizaron las influencias mediáticas y la insatisfacción corporal en 67 bailarinas de ballet preadolescentes no profesionales respecto a 68 niñas no físicamente activas.

Las pequeñas niñas, bailarinas y las no, y con autorizaciones de sus padres, completaron un cuestionario evaluando el índice de masa corporal (IMC), la presión percibida por los medios de comunicación para alcanzar el ideal del cuerpo social, la internalización delgada-ideal, la internalización atlética del cuerpo del ballet y la insatisfacción corporal.

Los resultados fueron claros al mostrar que las bailarinas de ballet aficionadas reportaron una mayor insatisfacción corporal que las niñas no físicamente activas. Secundado a esto, las bailarinas de ballet tenían una interiorización de un cuerpo atlético más alta que las niñas no físicamente activas. Niñas con un índice de masa corporal mayor concordaban con las que se sentían más inseguras. (Nerini, 2015)

 

En conclusión, el esquema corporal es una representación neuronal de nuestras dimensiones corporales y las posturas, variable día a día según el nivel de movimiento e información propioceptiva que generemos, y que es eje fundamental de un movimiento fluido y el avance en el aprendizaje de la danza. La imagen corporal es una percepción psicológica multifactorial, donde se analiza tanto  percepción de dimensiones corporales como construcción personal y social sobre el cuerpo, por ende influye directamente en la percepción que tengamos sobre nosotros mismos y lo que se espera del cuerpo, lo que también genera clara influencia en la práctica de la danza y el debate sobre idealización del cuerpo en esta disciplina influye directamente en cómo nos percibimos y danzamos cotidianamente.

Por: Alfonso Castillo F. Kinesiólogo Universidad de Chile. Licenciatura © en artes mención danza U. de Chile. Diplomado © danza y educación U. de Chile.

Bibliografía:

  • Can you feel the body that you see? On the relationship between interoceptive accuracy and body image (2017) Zamariola, G., Cardini, F., Mian, E., Serino, A., Tsakiris, M. Body Image Volume 20, March 2017, Pages 130-136

  • Media influence and body dissatisfaction in preadolescent ballet dancers and non-physically active girls. (2015) Nerini, A. Psychology of Sport and Exercise. Vol 20, September 2015, Pag 76–83

  • Body schema and body image—pros and cons (2010) F. de Vignemont. Neuropsychologia, 48 (3), pp. 669-680

  • Body image: Past, present, and future (2004) T.F. Cash.  Body Image, 1, pp. 1-5.

  • Body image assessment using body size estimation in recent studies on anorexia nervosa: A brief review (2001) S. Skrzypek, P.M. Wehmeier, H. Remschmidt. European Child & Adolescent Psychiatry, 10, pp. 215-221

  • An implicit body representation underlying human position sense (2010) M.R. Longo, P. Haggard. PNAS, 107 (26), pp. 11727-11732

  • The body in the brain revisited (2010) G. Berlucchi, S.M. Aglioti. Exp. Brain Res., 200 (1), pp. 25-35

  • Interoceptive sensitivity, body image dissatisfaction, and body awareness in healthy individuals (2014) L. Emanuelsen, R. Drew, F. Kӧteles. Scandinavian Journal of Psychology, 56, pp. 167-174

  • Reduced perception of bodily signals in anorexia nervosa (2008) O. Pollatos, A.L. Kurz, J. Albrecht, T. Schreder, A.M. Kleemann, V. Schöpf, R. Schandry. Eating Behaviors, 9, pp. 381-388

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