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Danza y enfermedad de Parkinson

El objetivo de esta revisión de literatura es mostrar cómo la danza, y en nuestro foco que es la danza contemporánea, puede involucrarse en áreas del conocimiento que parecieran lejanas. Incluso, como verán en el caso de otros países, los y las bailarinas con conocimientos se involucran en equipos interdisciplinarios de salud. De igual manera, denotamos que se prioriza no una forma de "danza-terapia" (la danza, en sí ya puede llegar a ser terapéutica) sino que en incluir en la sociedad a personas que se les tiende a mirar con apellido patológico, como "persona con parkinson", proponiendo que el objetivo sea que los y las incluyamos en talleres regulares de danza heterogéneos -no solo danza contemporánea para personas con parkinson-, para generarles una experiencia artística que finalmente le generará beneficios motores y no-motores.

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Marco teórico

 

           La enfermedad de Parkinson (EP) fue ya descrita en 1817 como “parálisis temblorosa” por James Parkinson. Es un trastorno neurodegenerativo, crónico y progresivo, del sistema nervioso central, en donde la lesión fundamental recae en la pars compacta de la sustancia negra en donde existe una desaparición progresiva de las neuronas dopaminérgicas del sistema nigroestriado, pero que afecta otras zonas, siendo la causa exacta aún desconocida. Es el segundo trastorno neurodegenerativo más común luego del Alzheimer, teniendo una prevalencia de un 1% en mayores de 60 años y un 4% sobre 85 años, y teniendo sólo entre el 10-15% tienen una historia familiar de parkinson (es decir, no porque alguien de su familia lo tenga, lo tendrá). (Minsal, 2010. Radder, D. 2017. Gisbert, R. 2017)

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          Dentro de los elementos físicos observables, se caracteriza por un temblor en manos y extremidades superiores, y que afecta sobre todo las habilidades motoras de los pacientes –estabilidad postural, disminución de la velocidad de los movimientos, en la capacidad y calidad de caminar, rigidez-, así como las acciones involuntarias (sistema nervioso autónomo, desregulación de la presión arterial). Las personas, dependiendo del nivel de avance de la enfermedad, pueden tener limitaciones en su calidad de vida por la combinación de problemas físicos y psicológicos – menor manipulación de objetos, participación social por limitaciones físicas, ansiedad, baja del estado de ánimo, alteraciones psiquiátricas, dependencia de cuidador, etc. (Minsal, 2010. Radder, D. 2017. Gisbert, R. 2017)

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Literatura de danza en personas con parkinson 

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              La danza en la EP es un tema que tiene una ya numerosa y creciente cantidad de literatura científica que la estudia y sugiere como método de trabajo en personas con EP, en especial leve a moderada. Su interés se liga a conceptos como el destacarse por ser una actividad reportada con una gran adherencia en los usuarios (Shanahan, J., et al. 2015), lo que es relevante pues las prácticas de salud contemporáneas apuntan a abordar desde una perspectiva biopsicopscial e interprofesional los signos motores y no motores de la EP, a relación con el cuidador y fomentar la autogestión. Las guías clínicas de diversos países destacan la importancia de un enfoque integrado. (Minsal, 2010. Rocha, P., et al. 2017)

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            La danza es perciba como una intervención efectiva para mejorar las capacidades a nivel motor (Duncan, R., et al. 2012. Heiberg, L., et al. 2011) como para una mejora de la calidad de vida (Shanahan, J., et al. 2015. Soh, S., et al. 2013), al mismo momento que saca a la persona de su perspectiva de enfermedad y lo centra en  participar de una experiencia artística no-patológica (Rocha, P., et al. 2017). Algunos componentes de la música que acompaña la clase pueden desencadenar respuestas motoras y emocionales, facilitando el movimiento y mejorando los aspectos emocionales y sociales. (Rocha, P., et al. 2017) Además, esta mejora en la persona conduce y se acompaña con mejoras de la calidad de vida de los cuidadores, asociación que puede conducir a mejores estrategias terapéuticas. (Heiberg, L., et al. 2011)

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            En particular a la temporalidad de los efectos, a corto plazo se reportan efectos beneficiosos y significativos como disminución de la rigidez general, con mejoras específicas principalmente del movimiento de las manos, los dedos y la expresión facial (Heiberg, L., et al. 2011), además específicamente en personas con EP moderada se observó una mejora de la coordinación de sus segmentos axiales y perpendiculares (Hulbert, S., et al. 2017). Se reportan también efectos positivos en la vida social -al ser la danza una actividad social-, la sensación de su cuerpo y en sentimiento positivos que lleva a mejoras de sus actividades de vida diaria, lo que se agrega también en un beneficio en salud y actividades de vida diaria de los cuidadores. (Heiberg, L., et al. 2011). Los efectos a mediano-largo plazo incluyen las mejoras en la velocidad de la marcha y estabilidad postural -con clases una a dos veces por semana. (Heiberg, L. et al. 2011, Foster, E., et al. 2013)

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Diseñando clases de danza:

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           Los tipos de danza que tienen principal respaldo bibliográfico son la danza contemporánea, el tango, el ballet y danza irlandesa, con una frecuencia de una o dos clases mínimo por semana, de duración entre 60 y 90 minutos, y en grupos de personas con parkinson leve a moderado (Carvalho, L., et al. 2016., Heiberg, L. et al. 2011, Foster, E., et al. 2013).

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               La investigación de Rocha, et al (2017) buscó comprender los beneficios y las limitaciones de las clases de danza para personas con enfermedad de Parkinson (EP) y la mejor forma de diseñar e implementar clases, realizando un foro con opiniones de profesionales de salud, instructores de danza, personas con EP y cuidadores en donde se concluyeron cuatro temas principales:

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  1. La necesidad de considerar en qué etapa de progresión de la enfermedad están las personas al diseñar las clases;

  2. Reconocimiento de que la danza es más que solo terapia;

  3. Los beneficios de seleccionar cuidadosamente la música para las clases;

  4. Que las formas de diseñar clases que sean viables y atractivas.

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         Además, se concluye en el estudio que las clases de danza, además de que es  terapéutica, ofrece una expresión creativa y permite a las personas sumergirse en la forma de arte, en lugar de centrarse en la enfermedad. Los resultados resaltan algo muy interesante y por resaltar, que son los beneficios de “permitir que las personas con EP puedan expresarse en un entorno de apoyo que no las vea únicamente a través del lente del Parkinson”. Igualmente resaltan que la viabilidad de los programas de danza se puede aumentar al educar a los profesores de danza sobre la EP y las necesidades particulares de las personas que viven con esta condición.

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       Elementos que se pueden ocupar para realizar la clase es utilización de enseñanza de secuencias de movimientos, trabajos guiados de improvisación y generación de coreografías y puestas en escena, además de tener en cuenta la música, idealmente música en vivo que pueda ir adaptándose a cómo las personas están viviendo la clase. (Gibson, L., Robichaud, S. 2017)

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Conclusión:

           La danza posee respaldo de literatura científica para ser una intervención efectiva en personas con parkinson para mejorar sus problemas de movimiento y psicosociales –tanto para las personas con EP como de sus cuidadores-, como al realizarse tanto con un enfoque directamente terapéutico o como con un enfoque de situar a la persona en el arte sin verlo a través del lente del parkinson, esto en la medida que los profesores conozcan las bases teóricas de la EP, reflexionen su diseño de clase y se aplique idealmente en el contexto de realización de un trabajo interdisciplinario de equipos de salud y arte. Además, es una actividad que es reportada y destacada por su gran adherencia a asistir a clases por las personas con EP.

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Discusión:

          Dentro de la conformación del grupo de participantes de las clases, resulta interesante reflexionar el potenciar el beneficio de que la danza quita el enfoque de terapia patológica y lleva a una experiencia artística a las personas, que favorece el ámbito psicológico, el conformar grupos más heterogéneos, incluyendo personas que no tengan EP, sino que otras patologías neurodegenerativas, o simplemente otros adultos mayores.

Se deja la invitación abierta a las personas de la danza a intervenir en este nuevo nicho de aplicación de esta práctica artística que puede mejorar la vida de muchas más personas, en especial en adultos y adultos mayores.

 

               

Preguntas abiertas sin respuesta:

                ¿Es un mayor beneficio para las personas con EP generar talleres incluirlos en talleres de adultos mayores más que segmentarlos en un taller de danza contemporánea para parkinson? ¿Esto es viable? ¿En qué grado de parkinson se puede realizar esto? ¿En qué grado de funcionalidad puedo incluir a las personas con parkinson? ¿Pueden ser talleres de danza contemporánea y parkinson sólo un primer paso para que personas se puedan integrar a otros talleres? ¿Cómo adapto mi metodología para que la clase tenga una visión no-patológica explícita, sino que una experiencia artística?

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Bibliografía:

  • Impact of a Weekly Dance Class on the Functional Mobility and on the Quality of Life of Individuals with Parkinson’s Disease (2011) Heiberger, L., Maurer, C., Amtage. F., Mendez-Balbuena, I., Schulte-Mönting, J., Hepp-Reymond, M., Kristeva, R. Clinical Neurophysiology, Volume 122, Supplement 1, June 2011, Page s84.

  • Community-Based Argentine Tango Dance Program Is Associated With Increased Activity Participation Among Individuals With Parkinson's Disease (2013) Foster, E., Golden, L., Duncan, R., Earheart, G. Archives of Physical Medicine and Rehabilitation. Vol 94, Issue 2, February 2013, Pages 240–249

  • Dance for Parkinson’s: a new framework for research on its physical, mental, emotional, and social benefits (2014). McGill, Houston, S., Lee, R. Y.  Complement Ther Med, 22, pp. 426-432,

  • Dance is more than therapy: Qualitative analysis on therapeutic dancing classes for Parkinson’s (2017). Rocha, P., Slade, S., McClelland, J., Morris, M. Complementary Therapies in Medicine Volume 34, October 2017, Pages 1-9

  • Dance for people with Parkinson's disease: what is the evidence telling us? (2014)  Shanahan, J., Morris, M.E., Bhriain, O. N. Arch Phys Med  Rehab, 96, pp. 141-153

  • Determinants of health-related quality of life in people with Parkinson's disease: a path analysis. (2013) Soh, S. E., McGinley, J. L., Watts, J.J.  Qual Life Res, 22, pp. 1543-1553

  • Ministerio de salud. Guía Clínica Enfermedad de parkinson (2010). Minsal, Santiago.

  • Physical therapy and occupational therapy in Parkinson’s disease. (2017) Radder, D.L., Sturkenboom, I. H., van Nimwegen, M., Keus, S. H., Bloem, B. R., de Vries, N.M.. Int J Neurosci, pp. 1-14.

  • Physical therapist interventions for Parkinson disease (2015). Gisbert, R., Schenkman, M.  Phys Ther, 95, pp. 299-305

  • Evaluating Dancing With Parkinson's: Reflections from the perspective of a community organization (2017) Gibson, R., Robichaud, S. Evaluation and Program Planning. Available online 20 May 2017.

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Realizado por:

Alfonso Castillo Fernández

Kinesiólogo titulado de la Universidad de Chile

Estudiante de etapa superior de licenciatura en artes mención danza Universidad de Chile

Miembro del núcleo de investigación de técnica académica del departamento de danza de la Universidad de Chile

Creador y director de la plataforma de investigación en danza contemporánea y neurociencia "apuntes neuromusculares para danza y artes escénicas".

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